Recuperar la lengua para defender el territorio

Escrito por Isabel González Ramírez

Quienes en su infancia fueron arrebatados por las misiones evangélicas y alejados de su lengua se encargan de que las nuevas generaciones aprendan la lengua u’wa y a través de ella conozcan también herramientas jurídicas para defender los derechos de su pueblo.

Foto de un hombre del pueblo u'wa mientras escribe un cartel apoyado en el piso

Isabel González – Amazon Conservation Team
La traducción a lengua nativa asegura que las comunidades étnicas conozcan sus derechos y las herramientas jurídicas disponibles en Colombia para defenderlos.

Desde muy temprano “los hijos de Sira” comienzan a descender por la montaña. Van en grupo bordeando los caminos marcados por el flor amarillo, un árbol que distingue gran parte del territorio que la comunidad indígena u’wa ha habitado y protegido cumpliendo con la ley de origen que el dios Sira les dió: la defensa de la tierra y el equilibrio con la naturaleza. 

La comunidad u’wa, que en español significa “gente que sabe hablar”, ha vivido por siglos a lo largo de los departamentos de Boyacá, Meta, Casanare, pasando por los santanderes y Arauca. Debajo de esas montañas por las que caminan en el oriente de Colombia corre ruiria, –el petróleo– un líquido oscuro que para ellos representa la sangre de la tierra y por el que se han enfrentado a grandes multinacionales que insisten en desangrar su territorio ancestral.

Cuando el grupo se acerca a Saravena, una ciudad ubicada en el piedemonte araucano, el canto de los pajuiles queda atrás y el sudor comienza a caerles por el rostro. Hay niñas, niños, hombres y mujeres adultas y han llegado hasta allí para conversar sobre el acceso en su propia lengua a algunas de las decisiones más emblemáticas de la Corte Constitucional para la defensa de la autonomía, la identidad y los derechos territoriales y culturales de los grupos étnicos del país.

“Es la primera vez que hay tanta diversidad. Aquí hay mujeres y jóvenes juntos. Eso nunca había pasado”, comenta sonriente Carolina o Baukará, que es su nombre en u’wa y que evoca a la mujer que conecta con el mundo espiritual y también a un ritual en el que solo las mujeres tienen el permiso para cantar.

Ella es la encargada de dar los buenos días a quienes van llegando:“Kuanjaro, Kuanjaro”, dice.

Foto de hombres, mujeres, niñas y niños del pueblo u'wa paradas en círculo en un salón comunitario, durante la socialización de las cartillas de derechos en el territorio

Isabel González – Amazon Conservation Team
Carolina considera que la defensa del territorio y de los derechos de las comunidades indígenas depende de tejer los lazos entre jóvenes y adultos.

La gente la saluda y comienza a ubicarse alrededor de un círculo de frutas y flores que hay en el centro del salón.

Carolina tiene 24 años y estudia Trabajo Social en la Universidad Externado de Colombia, ubicada en Bogotá. En diciembre de 2020 fue la encargada de traducir a la lengua u’wa cinco sentencias de la Corte Constitucional escogidas dentro del proyecto Derechos en el Territorio, desarrollado en alianza con Amazon Conservation Team, con el propósito de que las comunidades étnicas puedan tener herramientas para para la defensa de la autonomía, la identidad y sus derechos territoriales y culturales.

Carolina hizo la labor de traducción con su familia. Cuando recuerda el proceso vuelve a reírse y se lleva las manos a la cabeza como si dudara de que ahora está socializando los resultados con su comunidad, incluso frente a Simón, el Werjaya o cacique, que con más de 80 años sigue lentamente las instrucciones que Carolina da en un intento por disipar el sopor que causa el sol ardiente.

Cuando ella habla, el abuelo y los demás la escuchan con atención:

Hace un año nos juntamos con mi abuela, mi mamá y un niño del semillero de traducción. Lo hicimos allá en el monte a la luz de la vela y eso fue largo y duro porque había que buscar ejemplos para poder hacer una adaptación de las palabras que nos van a servir para defender nuestros derechos

describe Carolina.

Es justo ese ejercicio intergeneracional y de adaptación el que Carolina quiere replicar con el resto de su comunidad ahora reunida:

Vamos a escribir qué significa la palabra Derechos. ¿Les suena a canto de pájaros?”, pregunta.

Entretanto, se mueve por cada uno de los círculos en los que se han organizado y en los que hay personas de diferentes edades.

“Escriban qué significa para ustedes la palabra sentencia. Piensen en si es como el agua, o es más como una piedra”, les sugiere.

***

La lengua u’wa pertenece a la familia lingüística chibcha y según la “Caracterización de los pueblos indígenas de Colombia”, realizada en 2009 por el Ministerio de Cultura, hoy en día es hablada por poco más de 6 mil personas. Carolina es una de ellas, al igual que lo fue su padre y lo son su mamá y su abuela Ligia, que aprendió la lengua pese a que fue arrancada de su comunidad cuando era una niña.

Crecí en el internado pensando que no era indígena y olvidé la lengua. No sabía quién era hasta que volví a mi tierra casi a mis 20 años

cuenta Ligia.

Foto de dos niños del pueblo u'wa sentados en un salón comunitario, leyendo de las cartillas de derechos en el territorio traducida a su lengua

Isabel González – Amazon Conservation TeamLas cartillas ilustradas son una herramienta pedagógica para que niños y jóvenes lean en lengua u’wa las sentencias de la Corte Constitucional

A Ligia, como a muchos niños indígenas, se la llevó una de las tantas misiones católicas que en su afán de evangelizar los recogía mientras los adultos estaban de cacería o trabajando. Pero ella decidió regresar. 

A sus 68 años, insiste en la importancia que tiene no solo defender el territorio u’wa sino asegurarse de que cuando los mayores falten, los más jóvenes puedan asegurar la supervivencia de su pueblo, que además de enfrentar las amenazas del extractivismo ha sido catalogado como uno de los 34 pueblos indígenas en riesgo de desplazamiento forzado por el conflicto armado.

“Siempre hemos defendido la tierra y eso nos ha costado vidas. Ahora les toca a los jóvenes aprender esa defensa”, afirma Ligia. 

Cae la tarde y las cartillas en lengua u’wa que Carolina y su familia tradujeron circulan por el salón. Algunos miran los dibujos y otros leen los casos de otras comunidades indígenas que ya han reclamado sus derechos. Hay quienes comentan que lo que pasa cerca del resguardo Playas de Bojavá, por ejemplo, se parece mucho a lo que viven los Awá en el Putumayo. Allí la comunidad se enfrenta permanentenmente a una empresa petrolera, pero ahora también es protagonista de la sentencia SU-123 de 2018 que reconoce la consulta previa como derecho de las comunidades étnicas y aclara conceptos importantes para ellas como el territorio étnico y la justicia ambiental.

A nosotros como u’wa nos da esperanza eso que ellos hicieron. Tenemos que aprender para hacer lo mismo

comenta Ligia con ímpetu.

Para este pueblo conocer estas decisiones y casos en lengua propia es tener una herramienta más para insistir como pueblo en el cumplimiento de su ley de origen, que es la que asegura la vida y el equilibrio en su territorio.

Escrito por Isabel González Ramírez

Periodista y magíster en Antropología Visual. Produce contenidos y hace gestión cultural con enfoque en derechos humanos. Integrante de la red Chicas Poderosas y los colectivos Corredores Migratorios y Sentimos Diverso.

En el Territorio

Foto de un terreno con casas de madera, en primer plano, en una pared se ven huellas de manos y se lee Villa Nueva

Crecer sin tierra

Familias del pueblo wounaan en Villanueva, Chocó conocen y comentan, en su lengua, cinco sentencias de la Corte Constitucional.

Foto de cuatro mujeres del pueblo uwa de pie en un salón comunitario durante la socialización de las cartillas de Derechos en el Territorio

Las voces de las mujeres U’wa

Las mujeres u’wa participan en la iniciativa Derechos en el Territorio para fortalecer los saberes y la protección de los derechos de su comunidad.

Conoce más de esta iniciativa en DerechosenelTerritorio.com y consulta las sentencias de la Corte Constitucional adaptadas a 30 lenguas nativas colombianas.

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